Bebeuveá. Diez y veinte aeme de un sábado cualquiera. Una pantalla expeditiva me proporciona mi tíquet y voy a esperar sentado que alguna de las cuatro ventanillas de la agencia me atienda.
Muy pronto constato que una de ellas nunca atenderá a nadie y dos de las ventanillas restantes rápidamente se atascan con dos clientes que depositan miles de soles en sencillo y billetes chicos. ¿Por qué siempre me pasa a mí?
Para pasar el rato los del banco pensaron que otra expeditiva pantalla nos avise nuestro turno - que nunca llegará - y mientras tanto nos pasan propaganda y una especie de magacín con consejos de vestir, recetas de cocina y turismo.
En un curso súper veloz aprendo cómo hacer tres tipos de nudo de corbata, cómo preparar camarones a la piedra, cómo llevar un saco de manera formal e informal, cómo preparar un queque grande de braunis - 16 porciones te cuestan 24 soles -, cómo es la plaza de Catacaos.
Entre repetición y repetición noto que las dos ventanillas atascadas siguen atascadas, que uno de esos clientes es un patita que lleva las modas de las pandillas, buen camuflaje para alguien que llega para depositar veinte mil soles en sencillo. En la otra ventanilla atascada continúa la misma señorita gorda que estaba cuando llegué hace media hora, qué horror, ya me cansé de ver su trasero en jean, asexuado, jaspeado, cuadrado, sin gracia. La odio aunque no le vi el rostro.
La única ventanilla libre atiende a paso de Chencha, pero al menos avanza. De pronto mi tíquet DA51 se confunde porque en la pantalla grande se produce una danza de números y letras que cambian para estresarme más. No me queda otra que refugiarme en el paseo por Catacaos, repasar cómo se prepara unos ricos camarones a la piedra y certificar que ya aprendí a realizar tres tipos de nudos de corbata. Lo más parecido a esta experiencia es el viaje en microbús por las cercanías de Gamarra.
Mi turno por fin parece que llega - pasaron setenticuatro minutos - ahora misteriosamente ya están atendiendo las cuatro ventanillas a la vez, la pantalla dice que me toca, me acerco a la ventanilla cuatro, la que nunca se atascó, realizo el depósito en exactos veinticinco segundos y me voy. Este banco atiende tan rápido.
Sugerencia para los microbuseros: Pongan televisores que nos enseñen cosas tan útiles como preparar camarones a la piedra y cómo anudar la corbata de tres maneras distintas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario